Alto Horno 2 Puerto de Sagunto, la catedral de fuego

Tabla de contenidos

Historia viva de la siderurgia valenciana y su legado obrero

Introducción

No hay silencio más atronador que el de una industria apagada. En el Alto Horno 2 Puerto de Sagunto, ese eco resuena en lo alto de una estructura de 64 metros que fue, durante décadas, el corazón ardiente del progreso: el Alto Horno nº2.

Este coloso de acero y ladrillo no fue solo una máquina de coladas de hierro. Fue un altar de fuego y sudor donde generaciones de obreros moldearon no sólo lingotes, sino también el alma de una ciudad. Hoy, su presencia se alza como testimonio y resistencia. Porque donde otros ven chatarra, nosotros vemos historia.

Los orígenes: forjar una ciudad desde las entrañas del hierro

En 1917, la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo pone en marcha un proyecto faraónico: levantar un complejo siderúrgico en el litoral valenciano, junto al Puerto de Sagunto. No era una simple fábrica: era una ciudad obrera planificada. Desde 1917 hasta 1960 se construyen:

  • Altos Hornos (tres en total)
  • Naves industriales
  • Viviendas para trabajadores
  • Equipamientos sociales y culturales

Era la utopía del acero: el trabajo como centro de la vida, el horno como motor de la comunidad.

Alto Horno 2 Puerto De Sagunto Vista Aerea
Alto Horno 2 Puerto De Sagunto Vista Aerea – researchgate.net

Nace el gigante: el Alto Horno 2 Puerto de Sagunto

El Alto Horno nº2 comienza a construirse en 1922 y se pone en marcha en 1926. Con sus 64 metros de altura, es una torre ciclópea que tragaba mineral y escupía acero incandescente. Durante los primeros años funciona con regularidad, pero entre 1930 y 1941 su actividad queda suspendida.

No fue el fin, sino una pausa. Como si el coloso respirara hondo antes de una nueva batalla.

En 1961, ya bajo la gestión de Altos Hornos de Vizcaya, el horno es derribado y reconstruido desde sus cimientos, modernizado para adaptarse a las exigencias de la siderurgia del siglo XX. Así, se mantiene activo hasta 1984, cuando la reconversión industrial arrasa con casi todo.

Un horno, una clase trabajadora, una forma de vivir

No se puede hablar del Alto Horno sin hablar de quienes lo hicieron funcionar. Cada tornillo está untado de grasa y memoria. Cada plataforma conocía los pasos de miles de trabajadores que, con el rostro tiznado y el alma entera, levantaron con sus manos el tejido productivo del país.

El Puerto de Sagunto no era solo una fábrica: era una cultura. El silbato marcaba los turnos, las coladas iluminaban la noche. Había orgullo en ese calor brutal, en esa disciplina de fuego. Hoy, la frialdad de los centros comerciales no puede ni rozar esa dignidad perdida.

«No heredamos la tierra de nuestros padres, la tomamos prestada de nuestros hijos. Pero también el hierro que forjamos les pertenece.»

Alto Horno 2 Puerto De Sagunto Torre
Alto Horno 2 Puerto De Sagunto – researchgate.net

Rehabilitación y memoria: de ruina a museo

Tras su cierre, el horno queda en pie, oxidándose al sol como un titán herido. En 1992 comienza un proceso de rehabilitación con fines didácticos, una rara excepción en un país que acostumbra a arrasar con su pasado obrero.

En 2012 recibe el prestigioso Premio Europa Nostra, reconociéndolo como ejemplo de conservación patrimonial. Hoy es el único alto horno visitable de España, convertido en centro de interpretación donde se explica:

  • El proceso siderúrgico (desde la materia prima hasta el lingote)
  • Las condiciones laborales de los obreros
  • La evolución técnica e histórica del complejo

Enlaces y referencias externas

Conclusión: lo que aún queda en pie

El Alto Horno nº2 no debería ser una rareza. Debería ser modelo. Porque conservar una estructura como esta no es nostalgia: es justicia histórica.

Aún podemos caminar bajo sus sombras, escuchar el eco del hierro, leer los nombres de quienes nunca salieron en los libros. Pero ¿cuánto tiempo más resistirá sin que volvamos la vista?

«La historia no se cuenta sola. Hay que soldarla, documentarla, defenderla.»

Visita el horno. Toca el acero. Recuerda que ahí, donde hoy se pasean los escolares, ardía el corazón de un pueblo entero.