Draga Jaizkibel: Historia viva del puerto de Pasaia

Tabla de contenidos

Un testimonio de acero, agua salada y dignidad obrera

Introducción: Donde aún hierve la memoria portuaria

La historia del puerto de Pasaia no solo se escribe en documentos de archivo o en muelles rehabilitados con farolas modernas. Se escribe en hierro. En grasa seca. En óxido. Y uno de sus últimos testigos es la draga Jaizkibel, una embarcación herida por el tiempo, pero aún en pie —como un viejo trabajador que se niega a olvidar lo que fue.

Construida en 1933 en los astilleros Euskalduna de Bilbao, esta draga tipo rosario de 60 metros de eslora fue durante más de medio siglo la encargada de mantener vivo el pulmón industrial de Gipuzkoa: el dragado del puerto de Pasaia. Hoy, atracada en el astillero de Ondartxo, espera —con la paciencia de los vencidos— que alguien escuche su historia antes de que el marketing y la desmemoria la conviertan en “decorado industrial”.

Origen y función: Qué es una draga tipo rosario

Las dragas rosario son embarcaciones diseñadas para excavar material del fondo marino y elevarlo a la superficie. Su nombre proviene del sistema de cadena con cazoletas de acero perforadas, que funcionan como un rosario mecánico incesante, sacando tierra, lodo y sedimento mientras el barco mantiene su posición.

A diferencia de otras dragas, estas trabajan de forma continua, y pueden excavar con precisión quirúrgica en función de la profundidad deseada. No eran simples barcos: eran máquinas vivas, una extensión del cuerpo colectivo de los obreros del puerto.

En la Jaizkibel, la proa estaba reservada para la apertura del rosario, mientras que en la popa rugía la maquinaria de propulsión. Su estructura en forma de U le daba esa figura robusta y funcional. No era bella. Pero era necesaria.

Draga Jaizkibel Lateral
Draga Jaizkibel – i0.wp.com

Construcción obrera: Euskalduna, 1933

La draga Jaizkibel fue construida en 1933, en los míticos astilleros Euskalduna de Bilbao. Aquellos años eran tiempos convulsos, con la República recién proclamada, y la industria naval vasca en plena ebullición. La construcción de esta embarcación no fue una excepción: manos encallecidas, jornadas extenuantes, acero remachado bajo lluvia y sol. No había robots. Había hombres.

Fue un encargo preciso: reforzar el mantenimiento del puerto de Pasaia, un enclave estratégico para el comercio, la industria siderúrgica y la pesca. La Jaizkibel fue una herramienta. Un músculo flotante al servicio del movimiento de mercancías. Un cuerpo de acero que respiraba al ritmo del puerto.

Décadas de trabajo silencioso: 1933-1984

Durante más de 50 años, la Jaizkibel realizó el mismo trabajo, sin alardes, sin pausa. Dragó las entrañas del puerto de Pasaia, extrayendo los sedimentos que amenazaban con colapsar las rutas marítimas del norte industrial.

No fue decorada. No fue homenajeada. Solo cumplió su labor. Hasta que en 1984 fue retirada del servicio, envejecida, oxidada… pero entera. Como tantos obreros que no recibieron medallas ni placas. Solo silencio.

Conservación y olvido: Un milagro entre el abandono

Lo que ocurrió después ya lo sabemos: desguaces, chatarra, silencio. El 90% del patrimonio industrial marítimo del siglo XX fue demolido, vendido por kilos o “reconvertido” en centros culturales con cafetería eco-chic.

Pero la Jaizkibel resistió. Quedó arrinconada en el astillero de Ondartxo, como un mueble viejo que nadie se atrevía a tirar. En 1992, fue declarada Bien de Interés Cultural, categoría Monumento. Y desde entonces forma parte de uno de los pocos espacios de memoria activa del litoral vasco: el Centro de Conservación del Patrimonio Naval – Ontzigunea.

Visitar la draga Jaizkibel: Ontzigunea, astillero de la memoria

Hoy puedes recorrer la Jaizkibel. Subir a su cubierta. Escuchar el crujido de su casco. Imaginar el estruendo de la cadena de cazoletas bajando al fondo del mar. Es parte del recorrido del Centro Ontzigunea, un espacio único dedicado a la preservación del patrimonio naval vasco.

No es un museo de maquetas. Es un astillero en activo, donde aún se huele a alquitrán y madera vieja. Un lugar donde se respeta el pasado sin edulcorarlo.

Draga Jaizkibel Cuadro
Draga Jaizkibel Cuadro – museotik

Conclusión: Lo que aún no han conseguido desguazar

La draga Jaizkibel no es solo una pieza de museo. Es un grito ahogado. Un pedazo de historia obrera que aún resiste, varado en el tiempo. Frente a quienes quieren cubrirlo todo con centros comerciales disfrazados de cultura, la Jaizkibel recuerda —en su silencio de acero— que hubo un tiempo en que el trabajo era el latido de las ciudades.

Y que si no cuidamos estos monumentos del sudor… nos quedará solo el souvenir sin alma.

¿Vas a dejar que la historia se oxide en silencio?
Visítala. Escúchala. Defiéndela.

Recursos citados y fuentes fiables

  1. Euskadi.eus – Patrimonio cultural vasco: Jaizkibel
  2. Itsasmuseum Bilbao – Historia de los astilleros Euskalduna
  3. Patrimonio Industrial