Escombrera Terri y Central de Puertollano: de residuos mineros a ciudad cultural

Tabla de contenidos

Introducción

Puertollano, enclavada en el corazón energético del suroeste manchego, ha sido durante décadas una ciudad forjada al calor del carbón y la ceniza. Su paisaje, surcado por chimeneas, naves industriales y escombreras humeantes, fue testigo de una era en la que la minería y la energía térmica marcaron el pulso diario de miles de familias. La extracción de pizarra bituminosa y la combustión en calderas colosales transformaron no solo el terreno, sino también la identidad colectiva de la ciudad.

Uno de los símbolos más potentes de ese pasado son la Escombrera Terri y Central de Puertollano, una montaña artificial de residuos mineros que durante décadas se alzó como cicatriz y emblema. Junto a ella, la Central Termoeléctrica de Calatrava, más conocida como Central de Puertollano, alimentaba con vapor y electricidad a un país en plena industrialización, impulsada por la potente maquinaria de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP).

Pero el tiempo y los ciclos económicos hicieron su parte. El cierre de explotaciones, la reconversión energética y el declive del carbón como motor económico obligaron a Puertollano a reinventarse. Lo que un día fue escoria, humo y ruido, hoy se ha transformado en pulmón verde, arquitectura cultural y espacio de encuentro ciudadano. La escombrera se ha convertido en parque urbano, y la vieja central, en un moderno Pabellón de Ferias y Congresos.

En este artículo, te contamos cómo se pasó de extraer carbón a cultivar cultura en Puertollano. Una historia de transformación territorial, memoria industrial y resiliencia urbana.

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El impulso minero de la SMMP

De la hulla a la pizarra bituminosa

La historia moderna de Puertollano como enclave industrial no puede entenderse sin la llegada de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP), una poderosa compañía de origen francés que, a comienzos del siglo XX, vio en el subsuelo manchego un filón energético de gran potencial.

Instalada en Puertollano desde principios del siglo XX, la SMMP comenzó su actividad extrayendo hulla, un tipo de carbón mineral más compacto y valioso que el lignito. Este recurso era clave para alimentar hornos, locomotoras y calderas industriales en una España que, en plena expansión, empezaba a mirar hacia su propio suelo para abastecer su demanda energética.

Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegaría en la década de 1920, cuando se descubren y comienzan a explotar los abundantes yacimientos de pizarra bituminosa, una roca con alto contenido en materia orgánica que, tras un proceso de destilación, permitía obtener gases, aceites y otros derivados energéticos. Este hallazgo convirtió a Puertollano en un enclave estratégico no solo para la minería, sino también para la industria petroquímica.

En 1922, la SMMP inicia una ambiciosa ampliación industrial que incluye la construcción de:

  • Una destilería de pizarra bituminosa, pionera en su tipo en España.
  • Talleres metalúrgicos, fundiciones y estructuras auxiliares.
  • Una pequeña central termoeléctrica, que aprovechaba los residuos del proceso para generar energía eléctrica.

Esta infraestructura no solo transformó el paisaje de Puertollano, sino también su tejido social y económico. Se crearon cientos de empleos, se atrajo mano de obra especializada de otras regiones, y la ciudad comenzó a crecer en torno a la lógica fabril. En poco tiempo, Puertollano pasó de ser una villa rural a convertirse en un nodo estratégico del desarrollo industrial español.

Lo que comenzó como una explotación minera se estaba convirtiendo en una ciudad energética, modelo de modernidad, autosuficiencia y vinculación entre recursos naturales y tecnología aplicada. Y todo ello bajo el impulso, la inversión y la estrategia de una empresa extranjera que supo ver —antes que nadie— el potencial del subsuelo manchego.

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El apartadero Calatrava y su central térmica

Vapor, electricidad y arquitectura industrial

En una ciudad que comenzaba a latir al ritmo del carbón y la transformación energética, 1917 marcó un antes y un después con la construcción de la Central Termoeléctrica de Calatrava, también conocida como la Central de Puertollano. Fue una de las primeras instalaciones de este tipo en la región, impulsada por la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP) para abastecer de electricidad no solo a sus instalaciones, sino también a una ciudad en expansión.

Esta central térmica, alimentada principalmente por carbón extraído de las minas locales, transformaba el vapor generado por la combustión en energía eléctrica gracias a un sistema de calderas, turbinas y generadores. La eficiencia del circuito cerrado —del subsuelo a la turbina— convirtió a Puertollano en un modelo de integración energética temprana.

Pero más allá de su valor funcional, la central se convirtió también en un icono arquitectónico del paisaje industrial manchego. El edificio principal se levantó con una estética sobria y robusta:

  • Muros de ladrillo visto, que aún hoy muestran las cicatrices del tiempo y del trabajo.
  • Cubierta a dos aguas, típica de la arquitectura fabril de la época, diseñada para facilitar la evacuación del calor y la ventilación interior.
  • Grandes ventanales acristalados, que proporcionaban luz natural a los espacios de maquinaria, una solución técnica y estética avanzada.
  • Dos torres de refrigeración que completaban la silueta de la central, visibles a kilómetros de distancia, símbolos de una época en que el vapor era sinónimo de progreso.

Anexa a la central se construyó el Apartadero Calatrava, una estación técnica y logística que articulaba la llegada y salida de materiales, carbón y maquinaria. Este complejo incluía:

  • Naves para maquinaria auxiliar, talleres y depósitos de carbón.
  • Edificios de oficinas técnicas y administrativas, con soluciones constructivas que combinaban funcionalidad y presencia institucional.
  • Muelles de carga, vías férreas y grúas, que conectaban la central con la red ferroviaria y permitían una operativa fluida, clave para mantener el ritmo de producción energética.

El conjunto funcionaba como un ecosistema energético compacto y eficiente, en el que cada pieza —desde la mina hasta la torre de refrigeración— cumplía su papel en una coreografía industrial precisa.

Durante décadas, la Central de Calatrava alimentó no solo a la industria, sino también a la imaginación colectiva de una ciudad que se pensaba a sí misma como el motor energético del sur de Castilla-La Mancha. Hoy, su arquitectura permanece como un testigo de hierro, ladrillo y vapor del legado que Puertollano supo construir a base de carbón… y de visión de futuro.

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La escombrera Terri: la montaña de escoria

Cuando el carbón deja huella

Toda industria deja huella. Algunas quedan grabadas en la memoria, otras en el paisaje. En Puertollano, esa huella tomó forma de montaña artificial: la Escombrera Terri, una colina oscura y humeante que durante décadas fue el espejo de la actividad minera más intensa de la región.

El origen de esta formación singular se encuentra en la baja calidad del carbón extraído, especialmente la pizarra bituminosa, que contenía un alto porcentaje de impurezas y residuos no combustibles. Tras ser procesado en las plantas de destilación o calderas de la central térmica, el material inservible —cenizas, escorias, restos de roca— debía ser retirado para no interferir en el rendimiento energético. Y así, lo que no servía acababa apilado, día tras día, año tras año, en las afueras del apartadero Calatrava.

El sistema de transporte era, en sí mismo, una proeza logística industrial. Desde los patios de descarga, vagonetas cargadas de residuos se desplazaban a través de un sistema mecanizado de vías inclinadas hasta alcanzar la cima de la escombrera, donde volvían a vaciar su contenido. Este proceso continuo y repetitivo —casi ritual— fue elevando lentamente una montaña negra y humeante, visible desde cualquier punto de la ciudad.

Con el paso del tiempo, la escombrera Terri dejó de ser solo un vertedero minero. Se convirtió en un icono paisajístico e identitario, una especie de altar oscuro que recordaba —con brutal honestidad— de dónde venía la prosperidad de Puertollano. A los ojos de los forasteros, podía parecer un símbolo de contaminación; para muchos vecinos, era una cicatriz orgullosa, testimonio del esfuerzo colectivo de generaciones de mineros y obreros.

Durante décadas, la Terri fue parte inseparable del skyline local: una montaña sin montaña, hecha de escombros pero también de historia. Su presencia hablaba de la cara oculta del progreso, del precio físico y ambiental del desarrollo energético. Y, aunque ya no echa humo ni cruje bajo el peso del carbón, su silueta sigue siendo memoria viva del pulso entre industria, territorio y comunidad.

ENCASO y la modernización del complejo

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Hacia una minería estatal y más ambiciosa

Tras la Guerra Civil y en pleno proceso de autarquía económica, el Estado español asumió un papel protagonista en la reactivación y control de sectores estratégicos. En ese contexto, 1952 marcó un nuevo punto de inflexión para Puertollano con la llegada de la Empresa Nacional Calvo Sotelo (ENCASO), creada por el régimen franquista para explotar y transformar los recursos energéticos nacionales, con especial atención al carbón y sus derivados químicos.

ENCASO no solo tomó el relevo de la SMMP, sino que redefinió la escala y ambición del complejo industrial. Bajo su dirección, Puertollano pasó de ser un núcleo de minería energética tradicional a convertirse en el corazón de un sistema minero-químico altamente tecnificado, orientado a la producción de energía, fertilizantes, plásticos y otros compuestos estratégicos derivados del petróleo y del carbón.

El complejo industrial creció exponencialmente durante esta etapa. Se construyeron nuevas instalaciones:

  • Unidades de destilación seca y pirolítica para pizarra bituminosa.
  • Plantas químicas y laboratorios para investigar y fabricar subproductos industriales.
  • Infraestructuras logísticas que integraban el transporte ferroviario con la distribución nacional.
  • Viviendas, escuelas y equipamientos sociales para los trabajadores, consolidando un modelo de ciudad-fábrica autosuficiente.

Sin embargo, a pesar del avance tecnológico y la diversificación productiva, la vieja Central de Calatrava y la Escombrera Terri continuaron desempeñando un papel esencial. La central seguía generando electricidad —aunque ya no con carácter exclusivo— y la escombrera, como vertedero industrial, acumulaba los residuos sólidos de la actividad minera y energética de la nueva etapa.

ENCASO supuso una reconfiguración total del modelo productivo, integrando Puertollano en una red nacional de industrias energéticas estatales, en sintonía con la lógica desarrollista de la época. Lo que antes era una industria local impulsada por capital extranjero, se convirtió en un proyecto estratégico nacional, con financiación pública, visión integral y objetivos de autosuficiencia energética.

Fue una época de modernización acelerada, pero también de concentración de riesgos y de alta dependencia del carbón en un mundo que comenzaba a mirar hacia otras fuentes de energía. Aun así, bajo el impulso de ENCASO, Puertollano vivió su época de máximo esplendor industrial, afianzando su identidad como capital energética del interior peninsular. Una etapa que dejó profundas huellas en el paisaje, en la economía y, sobre todo, en la memoria colectiva de sus habitantes.

Reconversión y usos actuales

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Parque y pabellón para una nueva ciudad

A lo largo del siglo XX, Puertollano fue sinónimo de energía, carbón y química pesada. Pero con la entrada del nuevo milenio, y especialmente tras el cierre definitivo de varias instalaciones industriales clave, la ciudad se enfrentó a un reto histórico: redefinirse sin renunciar a su memoria.

Fue entonces cuando se puso en marcha un ambicioso proceso de reconversión urbana, ambiental y cultural, liderado por la administración local y respaldado por fondos europeos. En el centro de ese proceso estaban dos elementos icónicos: la Central Térmica de Calatrava y la Escombrera Terri.

En 2011, la antigua central termoeléctrica, símbolo del pasado industrial de la ciudad, fue transformada en el Pabellón de Congresos y Exposiciones de Puertollano. El proyecto no solo recuperó la estructura original —respetando su fachada de ladrillo visto y la silueta industrial—, sino que la dotó de nuevas funciones culturales, sociales y económicas. Hoy, el recinto acoge ferias, congresos, exposiciones, conciertos y actos públicos, sirviendo como epicentro de una nueva economía urbana basada en el conocimiento y la creatividad.

Paralelamente, la Escombrera Terri, aquella montaña de residuos que durante décadas simbolizó el coste ambiental de la industria, fue reconvertida en un parque urbano con senderos, miradores, vegetación autóctona y espacios de descanso. Lejos de ser borrada, se integró en el paisaje como un monumento naturalizado que combina valor ecológico, memoria histórica y uso ciudadano. Hoy es un pulmón verde desde el que se contempla la ciudad… y se recuerda lo que fue.

Este proyecto de recuperación fue más que una obra de ingeniería: fue un acto de reconciliación con el pasado, una manera de honrar el trabajo de generaciones sin dejar de mirar hacia adelante. Puertollano demostró que se puede pasar del carbón a la cultura, de la escoria al símbolo, y del ruido industrial al diálogo con la ciudadanía.

Antes y después de la reconversión

Elemento industrialUso original (s. XX)Uso actual (s. XXI)
Central Térmica de CalatravaGeneración de electricidad mediante combustión de carbónPabellón de Congresos y Exposiciones: espacio cultural y eventos
Escombrera TerriVertedero de residuos mineros y escorias industrialesParque urbano: zona verde con función ecológica, simbólica y social
Apartadero CalatravaLogística ferroviaria para transporte de carbón y maquinariaInfraestructura patrimonial (parcialmente conservada y reinterpretada)
Talleres y fundiciones SMMPMantenimiento y producción metalúrgica auxiliarAlgunos espacios rehabilitados, otros en estado de abandono o espera de reutilización

Preguntas frecuentes

¿Dónde se encuentran la Escombrera Terri y el antiguo edificio de la Central Térmica?

Respuesta: Ambos espacios se localizan en el municipio de Puertollano (Ciudad Real), en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.

  • La Escombrera Terri se sitúa al noreste del casco urbano, fácilmente reconocible por su silueta elevada y, hoy, por sus senderos, zonas verdes y miradores.
  • La antigua Central Térmica de Calatrava, hoy reconvertida en Pabellón de Congresos y Exposiciones, se encuentra a pocos metros del centro urbano, integrada en la zona del antiguo Apartadero Calatrava.

Ambos lugares están conectados por sendas urbanas y zonas peatonales, lo que permite recorrer el pasado y el presente industrial de la ciudad en una sola caminata.

¿Se pueden visitar estos espacios?

Respuesta:
Sí. Tanto el Parque de la Escombrera Terri como el Pabellón de Congresos de Puertollano están abiertos al público:

  • El parque urbano de la escombrera es de libre acceso, con rutas señalizadas, zonas de descanso y paneles interpretativos que explican su historia y recuperación ambiental.
  • El Pabellón de Congresos se puede visitar durante eventos, exposiciones, ferias o actividades programadas. El edificio conserva elementos originales de su arquitectura industrial, ahora integrados en un espacio moderno y multifuncional.

¿Por qué son importantes para la historia de Puertollano?

Respuesta:
Ambos lugares representan símbolos del pasado industrial y de la transformación urbana de Puertollano. La escombrera y la central fueron pilares del desarrollo minero y energético durante el siglo XX, y hoy son ejemplo de reutilización patrimonial y sostenibilidad urbana. Son, además, espacios de memoria colectiva para varias generaciones que vivieron vinculadas al carbón, la industria y la reconversión económica.

¿Qué actividades se pueden hacer en la Escombrera Terri?

Respuesta:
Actualmente, el parque ofrece actividades al aire libre, como:

  • Senderismo suave y rutas circulares.
  • Paseos culturales con señalización patrimonial.
  • Actividades educativas y ambientales promovidas por centros escolares y asociaciones.
  • Observación del paisaje urbano e industrial desde sus miradores panorámicos.

Es un espacio ideal tanto para el ocio local como para el turismo industrial y de naturaleza.

¿Hay algún tipo de señalización o elementos que expliquen su historia?

Respuesta:
Sí. Tanto en el parque como en el entorno del Pabellón existen paneles informativos y elementos interpretativos que explican la evolución histórica de cada espacio, su función original, la transformación sufrida y su valor actual. Esta museografía urbana permite comprender el proceso de reconversión de forma autónoma, incluso sin guía, y convierte el paseo en una experiencia educativa.

Recursos usados

Estudio aia – estudioaia.com

Wikipedia – Puertollano