Introducción
Entre las verdes montañas y los densos bosques del valle de Langreo, en pleno corazón de Asturias, se extiende un lugar donde el tiempo parece detenido y, sin embargo, la memoria sigue latiendo bajo tierra: el Paisaje Minero del Valle de Samuño. Más que un conjunto de restos industriales, este espacio es una biografía abierta de la minería asturiana, donde cada edificio, cada vagoneta oxidada y cada galería excavada cuentan historias de sudor, carbón y comunidad.
Aquí, entre el musgo y el acero, el pasado no ha sido borrado: ha sido transformado en una experiencia viva, accesible y emocionante para quienes desean comprender no solo cómo se extraía el mineral, sino también cómo se vivía, se luchaba y se soñaba en torno a él. El valle no es solo geografía: es escenario y testigo de una cultura del trabajo profundamente arraigada en la identidad asturiana.
En este artículo te invitamos a recorrer algunos de los hitos más significativos de este enclave: el imponente Pozo San Luis, joya de la ingeniería minera de principios del siglo XX; el poblado obrero de La Nueva, ejemplo de urbanismo industrial ligado a la mina; y las antiguas vías del ferrocarril minero, hoy reconvertidas en una senda verde que permite caminar —literalmente— sobre la historia.
Todo ello bajo la mirada atenta y cuidadosa del Ecomuseo del Valle de Samuño, un proyecto que no solo preserva estructuras, sino que rescata voces, oficios y emociones, convirtiendo un pasado duro en un presente compartido.
Descubre cómo un paisaje industrial herido por el abandono se transformó en una memoria viva que honra el alma minera de Asturias.
El origen del paisaje minero

Carbones de La Nueva y la llegada de los Felgueroso
La historia del Paisaje Minero del Valle de Samuño comienza en el umbral del siglo XX, cuando la riqueza del subsuelo asturiano comenzaba a atraer inversiones y sueños de modernidad. Fue en 1901 cuando se fundó la empresa Carbones de La Nueva, que tomaría su nombre del poblado homónimo enclavado en una ladera del valle, rodeado de eucaliptos, prados y silencios que pronto serían perforados por el rumor constante del carbón.
En los primeros años de actividad, la explotación era modesta y rudimentaria. Las vagonetas cargadas de mineral eran arrastradas por mulas a través de caminos embarrados y pendientes complicadas. La tracción animal era lenta, limitada y extenuante, tanto para las bestias como para los hombres que las guiaban. Pero esa precariedad inicial fue pronto superada gracias a una visión más ambiciosa: la de los Hermanos Felgueroso, empresarios asturianos decididos a llevar la minería del valle al siguiente nivel.
Los Felgueroso impulsaron una auténtica revolución logística al promover la construcción de un ferrocarril minero propio, que conectara directamente los pozos con los lavaderos y, de ahí, con los grandes ejes de transporte hacia el puerto de Gijón. Esta infraestructura —que no solo facilitó la salida del carbón, sino también la llegada de suministros, maquinaria y obreros— fue clave para la consolidación del paisaje minero como un sistema integrado y eficiente.
La línea no solo daba servicio a La Nueva. Estaba pensada como parte de una red más amplia que interconectaba otras explotaciones cercanas, como La Camocha, permitiendo sinergias entre empresas y una mayor competitividad en el mercado nacional del carbón. Este ferrocarril, que serpenteaba entre túneles, laderas y puentes, se convirtió en columna vertebral del valle, estructurando no solo el trabajo, sino también el espacio, los tiempos y la vida misma.
El paisaje minero del Samuño, tal y como lo conocemos hoy, no nació de golpe. Fue una construcción lenta, colectiva, impulsada por la geología, pero también por el ingenio humano y la determinación empresarial. Y en esa génesis, los Felgueroso y Carbones de La Nueva dejaron su huella imborrable.
La Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) y el Pozo San Luis
Un pozo con alma de hierro

La historia del Valle de Samuño cambió para siempre cuando, en los años treinta del siglo XX, la prestigiosa Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) absorbió la anterior explotación de Carbones de La Nueva. Con una visión industrial más ambiciosa y los recursos necesarios para modernizar el enclave, la RCAM convirtió el valle en un centro estratégico de la minería asturiana, dotándolo de infraestructuras de vanguardia y rediseñando el modelo productivo de toda la cuenca.
El gran emblema de esta transformación fue el Pozo San Luis, inaugurado en 1930, una obra maestra de la arquitectura industrial minera que aún hoy conserva intacta su potencia estética y simbólica. Su castillete metálico, de líneas sobrias y estructura reticulada, es uno de los más representativos de Asturias. Construido en acero remachado, se alza como una escultura funcional de hierro, diseñada para resistir décadas de uso intensivo y el desgaste del tiempo y del carbón.
A su alrededor, se distribuyen otras piezas clave del conjunto técnico:
- La sala de máquinas, que albergaba los equipos de extracción y ventilación, con potentes motores eléctricos y cabrestantes.
- La casa de aseos y compresores, espacios fundamentales en la rutina diaria de los mineros.
- El alojamiento del personal técnico, estratégicamente ubicado junto a la bocamina.
- Y los lavaderos y tolvas, donde se clasificaba el mineral antes de su transporte ferroviario.
El Pozo San Luis no fue solo un punto de extracción: fue un centro neurálgico en la red minera del Nalón, y durante décadas, marcó el ritmo laboral, económico y social de toda la comarca. Su conexión directa con el ferrocarril minero, su capacidad técnica y su integración con el poblado de La Nueva lo convirtieron en referente de organización minera en vertical y horizontal, ejemplo de minería racionalizada y eficiente.
Hoy, su silueta sigue recortándose al amanecer entre la niebla del valle, como si no quisiera abandonar su papel de vigía, de memoria, de símbolo. Es un pozo con alma de hierro, donde aún resuenan las voces del carbón.
Comparativa de estructuras de pozos similares en Asturias por época y estilo
Pozo | Año de construcción | Estilo del castillete | Empresa original | Estado actual |
---|---|---|---|---|
Pozo San Luis (Samuño) | 1930 | Metálico remachado, RCAM | Real Compañía Asturiana | Conservado / visitable |
Pozo Sotón (San Martín) | 1923 | Mixto metálico-mampostería | Hulleras del Nalón | Musealizado |
Pozo María Luisa | 1925 | Castillete de celosía | Sociedad Metalúrgica Duro | Parcialmente activo |
Pozo Fondón | 1931 | Estilo funcionalista mixto | Sociedad Hullera del Fondón | En proceso de conservación |
El poblado minero de La Nueva: vida alrededor del trabajo
Un modelo paternalista construido en ladrillo y jerarquía

A principios del siglo XX, cuando la minería comenzaba a consolidarse como el gran motor económico del valle de Langreo, no solo se excavaban pozos: también se diseñaban espacios de vida. Hacia 1920, junto a la explotación minera de Samuño, comenzó a tomar forma el poblado de La Nueva, un ejemplo paradigmático de colonia obrera planificada, donde la vivienda, la disciplina laboral y la comunidad iban de la mano.
Inspirado en modelos europeos de urbanismo industrial, La Nueva se construyó bajo una lógica paternalista y jerárquica, en la que la empresa no solo proporcionaba empleo, sino también vivienda, servicios básicos y control social. El poblado era una extensión física y simbólica del pozo, donde la estructura del espacio reproducía la estructura del poder.
Las viviendas se organizaban por tipologías según el rango laboral del residente:
- Casas adosadas de una planta para los obreros rasos, dispuestas en hileras paralelas, con pequeños patios y huertas.
- Viviendas de dos plantas y mayor superficie para capataces y encargados, situadas en zonas más elevadas o independientes.
- Una casa señorial, de mayor porte y detalles arquitectónicos, reservada para el ingeniero jefe o la dirección técnica.
Este orden espacial reforzaba la jerarquía minera, visible no solo en el salario, sino también en los metros cuadrados y la orientación de las fachadas.
Además de las viviendas, el poblado incluía infraestructuras sociales y colectivas fundamentales para la vida diaria:
- Una escuela para los hijos de los trabajadores, que combinaba formación básica y disciplina fabril.
- Un economato, donde se adquirían productos a precios controlados, muchas veces mediante vales salariales emitidos por la empresa.
- Una capilla, donde se celebraban las principales festividades religiosas y actos comunitarios.
- Espacios de encuentro informal como el bar del poblado o el lavadero público, donde se tejían redes de apoyo mutuo.
La vida en La Nueva estaba marcada por el ritmo del trabajo en el pozo, pero también por el sentido de pertenencia a una comunidad unida por las mismas rutinas, esperanzas y fatigas. El poblado no era solo un lugar donde dormir: era un microcosmos donde se moldeaban identidades, se transmitían oficios y se creaban memorias.
Hoy, varias de estas edificaciones han sido recuperadas o señalizadas, y permiten revivir cómo se habitaba la mina más allá de la galería, cómo el trabajo impregnaba las calles, las aulas y hasta los días de fiesta.
Del carbón al turismo: nacimiento del Ecomuseo
Una senda verde que conecta pasado y presente

Con el cierre de muchas explotaciones mineras en Asturias a lo largo del siglo XX, también se apagaron las chimeneas del Pozo San Luis y, con ellas, la línea de ferrocarril minero que recorría el Valle de Samuño, clausurada definitivamente en 1970. Durante décadas, las vías se cubrieron de maleza y silencio. Pero en lugar de quedar sepultadas por el olvido, resurgieron como camino de memoria.
En un ejercicio de recuperación patrimonial sin precedentes en la región, se impulsó la reconversión de aquel trazado ferroviario en una vía verde: un corredor natural y cultural que permite caminar, pedalear o viajar —ahora como visitante— por los mismos raíles que un día transportaron carbón, sudor y esperanza. Este recorrido, que une el poblado de La Nueva con el Pozo San Luis, se convirtió en columna vertebral del Ecomuseo del Valle de Samuño, inaugurado oficialmente en 2013.
El Ecomuseo no es solo un museo al uso: es una experiencia inmersiva que busca implicar todos los sentidos. Aquí, los visitantes no se limitan a mirar vitrinas, sino que viven el paisaje minero desde dentro. El gran protagonista es, sin duda, el tren turístico, un convoy adaptado que recorre los túneles originales del ferrocarril minero —en completa oscuridad y humedad real— para llegar directamente a la sala de máquinas del pozo, igual que lo hacían los mineros décadas atrás.
Una vez en el Pozo San Luis, la experiencia se enriquece con:
- Visitas guiadas por antiguos trabajadores o expertos, que relatan la vida en la mina con emoción y conocimiento de causa.
- Exposiciones interactivas sobre el proceso de extracción, la historia del carbón en Asturias y la vida cotidiana de los mineros.
- Actividades pedagógicas y culturales que acercan la historia a las nuevas generaciones sin edulcorar sus aristas.
Esta transformación de un espacio de trabajo en un espacio de memoria no solo ha servido para preservar el patrimonio técnico, sino también para reconectar a Langreo con su identidad minera desde el orgullo y no desde la melancolía. El Ecomuseo ha devuelto voz al carbón, pero esta vez no como energía, sino como relato humano y cultural.
Preguntas frecuentes
¿Dónde se encuentra el Valle de Samuño?
Respuesta:
El Valle de Samuño está situado en el concejo de Langreo, en el corazón de la cuenca minera del Nalón, en el centro de Asturias. Rodeado de montañas y antiguas explotaciones carboníferas, forma parte del paisaje más emblemático de la minería asturiana. Es fácilmente accesible desde Oviedo y Gijón, y se ha convertido en un referente del patrimonio industrial y turístico de la región.
¿Qué se puede ver en el Ecomuseo del Valle de Samuño?
Respuesta:
El Ecomuseo del Valle de Samuño ofrece una experiencia única en España. Entre sus principales atractivos destacan:
- El recorrido en tren minero por el antiguo túnel ferroviario, que atraviesa el valle hasta llegar al Pozo San Luis.
- La visita guiada al Pozo San Luis, con su impresionante castillete, sala de máquinas, lavaderos y compresores.
- Exposiciones permanentes sobre la historia del carbón, la vida obrera, la evolución de la minería y la cultura material minera.
- Actividades educativas, eventos culturales y jornadas especiales dedicadas a preservar y divulgar la memoria minera asturiana.
¿Qué importancia tuvo la RCAM en Asturias?
Respuesta:
La Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) fue uno de los principales agentes industriales del norte peninsular durante el siglo XX. En el Valle de Samuño, su intervención fue clave: modernizó las instalaciones, centralizó la producción en torno al Pozo San Luis y contribuyó al desarrollo económico y urbano de Langreo. Su legado sigue vivo tanto en la infraestructura técnica conservada como en la memoria colectiva de las comunidades mineras.
¿Cuánto dura la visita y cómo se accede?
Respuesta:
La experiencia completa del Ecomuseo dura entre 2 y 2,5 horas. El punto de partida está en el poblado de La Nueva, donde se toma el tren minero. Se recomienda reservar con antelación, especialmente en temporada alta. Toda la información sobre horarios, entradas y actividades está disponible en la web oficial del Ecomuseo.
¿Está adaptado para personas con movilidad reducida?
Respuesta:
Sí, el Ecomuseo dispone de infraestructura adaptada para personas con movilidad reducida, tanto en el tren turístico como en las zonas visitables del Pozo San Luis. Se recomienda contactar con antelación para coordinar accesos específicos.
Conclusión
El Paisaje Minero del Valle de Samuño no es un recuerdo silencioso del pasado: es una lección viva de historia, técnica y humanidad, incrustada entre las montañas de Asturias. Caminar por sus senderos, adentrarse en sus túneles o recorrer sus instalaciones no es solo una visita cultural: es un viaje emocional al corazón de una sociedad forjada bajo tierra.
Desde la impresionante estructura del Pozo San Luis hasta las viviendas del poblado de La Nueva, cada rincón nos habla de esfuerzo colectivo, de identidad obrera y de un modo de vida desaparecido… pero no olvidado. El Ecomuseo ha sabido rescatar esa memoria, devolviéndole su voz con orgullo y sensibilidad.
Porque preservar el patrimonio industrial no es solo conservar estructuras: es honrar a quienes las hicieron posibles.
📌 Visita el Ecomuseo del Valle de Samuño y vive la historia bajo tierra. Porque hay lugares que no se explican… se sienten.
Recursos citados
turismo.ayto-langreo.es – https://turismo.ayto-langreo.es/que-hacer/turismo-industrial/ecomuseo-minero-valle-de-samuno
Wikipedia – https://es.wikipedia.org/wiki/Ecomuseo_minero_del_Valle_de_Samu%C3%B1o